La Gaviota
Recuerdo aún con nitidez aquel primer accidente mortal en el que tuve que intervenir, y eso que ocurrió hace más de treinta años. Lo que me conmovió, influyó y dolió, lo que me removió por dentro, la de vueltas que le dí y, nunca he olvidado lo que pasó, cómo ocurrió, la hora en la que pasó, ni he olvidado a la persona que lo padeció, ni su nombre ni el de su empresa, lo que hacía, cómo le trasladamos al hospital desde la Plataforma Gaviota en helicóptero, cómo notaba que se le iba apagando la vida. Todo para mi es imborrable.
Es más, espero no olvidarlo nunca, porque ese día habré perdido la memoria o habré perdido mi humanidad.
Fue un accidente tonto, una caída desde cuatro metros de altura, sobre las dos del mediodía, era un andamiero con mucha experiencia, había estado más veces en ese mismo lugar, a más de cuarenta metros de altura, tenía la adecuada protección colectiva e individual, pero un resbalón, o un exceso de confianza al soltar el arnés para hacer algo, hicieron que cayera.
Traumatismo cráneo encefálico severo por caída a distinto nivel.
Era un Oficial bien remunerado, con formación, años de experiencia, con las medidas adecuadas de protección. La Inspección de Trabajo no nos sancionó.
No hubo precariedad, ni explotación, ni prisas, ni falta de control, pero algo no se había hecho bien.
La Plataforma Gaviota estaba situada a 11 millas de Bermeo, extraíamos Gas y una "gasolina basta", que luego se depuraba en la planta de Matxitxako y que se utilizaba como Gasoil para tractores. Trabajábamos en turnos de catorce días, catorce en la Plataforma y catorce en casa.
Nos trasladaban en helicóptero desde Sondica, excepto cuando había mucha niebla y el helicóptero no tenía permiso para volar, entonces lo hacían con el TUG o Remolcador, y desde la cubierta del mismo nos elevaban 45 metros hasta el helipuerto, por medio de unas grúas y colgados de una cesta.
Comencé haciendo labores de medicina preventiva (T/A, Vacunaciones), para seguir por Higiene Industrial, pero como había que preparar simulacros, en los que yo hacía de notario de los distintos grupos, terminé haciendo una labor más de prevención de riesgos laborales que de prevención médica.
Los dos primeros años la Plataforma estaba en construcción y solíamos ser más de doscientos por turno, después bajó la dotación a setenta.
Se paraba la producción en Agosto y se inspeccionaban las patas además de ser limpiadas por hombres rana Bretones, era como un pequeño Babel: asturianos, andaluces, gallegos, vascos, franceses, ingleses (los jefes), italianos, daneses, yankees, algún madrileño, un egipcio, un burgalés, que era el capataz de los perforadores yankees y el Toolpusher (empujador). Y también había un navarro que era el geólogo y aparecía de vez en cuando.
Muchos de ellos venían de haber trabajado en otras Plataformas tanto en tierra como en la mar: México, Mar del Norte, Texas, California, China, Filipinas, Holanda, Libia...
Para los hombres rana, que bajaban a inspeccionar y limpiar las patas de la Plataforma, había un protocolo médico muy específico.
Tenían que traer una analítica sin graves alteraciones, les tomábamos la T/A (tensión arterial) y si había una mínima alteración de la misma, algo más alta de lo normal, o bien febrícula no podían bajar.
Para ellos era un palo, porque como ganaban dinero era bajando, descendían a 14 y 30 metros de profundidad, de 30 en adelante se hacían las labores con un mini submarino, que sacaba fotos y radiografías, bajando hasta los 75 metros que era el fondo donde estaban sujetas las patas.
Así mismo había que avisar al hospital de Valdecilla, que era el único de la zona que tenía cámara hiperbárica, y al que en helicóptero se podía llegar como mucho en media hora.
Porque el mayor problema o el más grave, era que alguno de los Hombres rana sufriera una embolia gaseosa, por la diferencia de presión, por eso también cuando subían, se les tomaba la tensión y se les hacia una revisión, preguntándoles cómo estaban, si oían bien, etc.
Nunca bajaban a más de treinta y cinco metros, y siempre poco a poco, directamente jamás. Lo mismo al subir, con el protocolo había que ser muy estricto. Recuerdo a un Alsaciano que medía más de dos metros, que era el jefe de grupo de los hombres rana, al que no dejé bajar en cierta ocasión y, ¡menuda la que me montó!
Los Jefes en Plataforma eran dos ingleses, Fred Yewit y Ciryl Turner, ambos eran expertos y tenían experiencia en Plataformas de Yakarta y de China, explotadas por la Brithis Petroleum. Eran los OIM (Offshore Instalation Manager).
Formaban a los que iban a ser sus sustitutos en el futuro más inmediato, a dos Ingenieros superiores de minas asturianos. También el gerente del campo Gaviota, de la Planta de Matxitxako y de la oficina central en Guecho, era Ingeniero de Minas, asturiano y el máximo responsable.
Después los dos asturianos fueron los OIM, Alberto Tuñón y no recuerdo el nombre del otro, aunque sí que le llamábamos el "Open", porque decía siempre que él era muy abierto.
Hacíamos bastante formación en simulacros y todo aquello que tuviera que ver con posibles accidentes, incendios, traslado de heridos, todo lo que tuviera que ver con las típicas incidencias de una Plataforma.
Recuerdo a los pilotos de helicóptero, sobre todo a un argentino, que cada vez que pilotaba, él el radio telegrafista y yo lo pasábamos bomba. Tenían que avisar en cuanto estaban en línea de costa.
Los helicópteros tenían siempre dos siglas y un número, YP 432 y había que mencionarlo de forma que se entendiera y dar el informe correspondiente, que sonaba así: "aquí el Yanki Papa 432, pasando linea de costa, buen tiempo, diez minutos pal arriboooo" (con acento argentino).
También era un "babel" en cuanto al número de empresas que trabajaban allí, cada una con su distinto cometido, nosotros Hispanoil (ahora Repsol), Española de Servicios Generales, Anna Dryll, Son Petrol, Self Aquitania, Schulumberger o Helycsa.
También vascos, gallegos, asturianos, italianos, tejanos e ingleses como Fred Yewit y Ciryl Parker.
Solía haber además, alguna que otra subcontrata que venia a realizar alguna labor concreta y se iba en cuanto acababa. No recuerdo el nombre de la empresa de los hombres rana, pero sé que era Bretona.
¿Lo más difícil?
Lo más difícil era la convivencia, en un espacio tan pequeño conviviendo tanta gente y tan distinta, había que tener mucha mano izquierda, muchas veces les planteé a la Dirección una evaluación Psicológica, porque para mí era más Importante la adaptación y saber estar y comportarse, que muchas otras cosas, pero no estaban por la labor y siempre me resultó curioso porque cualquier otra sugerencia, era aceptada de manera inmediata.
Pero mis contactos con la Prevención comienzan mucho antes, concretamente con mi recién estrenado Título de ATS de Empresa (ahora Enfermería del Trabajo).
Y esto es un trabajo sobre prevención que realicé hace muchos años bajo el dictado de mi amigo J.J. Ruiz, que era mi mejor asesor en prevención y un amigo.
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